domingo, febrero 06, 2005

Historia Octava

- Hola, eh, hola - dije tartamudeando un poco. Siempre me pasa cuando no sé que palabra utilizar.
- ¡Hola Ufano, que alegría que hayas venido!
- Discúlpame, he demorado esta visita por falta de tiempo, tengo mucho trabajo allá arriba - Miré hacia un lado y hacia el otro pero no hallé donde sentarme, asi que permanecí de pie.
- No te preocupes, entiendo tu labor, asi como tú entiendes la mía. Te ves mayor de lo que eres. ¿Te pasa algo ? Si el trabajo es tan pesado ¿Por qué no te das unas vacaciones y la pasas acá conmigo?
Me reí de buena gana, sabía lo que intentaba hacer. Era ilógico pensar que el mismísimo amo del infierno hiciera algo por mí que no redundara en exclusivo beneficio para él.
- ¡Oh! no tengo mobiliario aquí - me dijo, habiendo notado mi circunspecta búsqueda por un asiento - Tendrá que ser una frugal visita - concluyó
- Está bien, de todas maneras, como te dije antes, no tengo mucho tiempo. Solo quería saber si estabas bien y parece que la respuesta es afirmativa. Me retiro así, eh - Dije dando la vuelta para salir.
- Si, no me faltan almas, pero eso tú ya lo sabes, no ahondemos en ello. Mira, antes de que te vayas quería decirte que no me molesta que tu función me haga quedar tan mal a mi y que siempre estés difamándome. Sigo queriéndote igual.
- No es difamación- le espeté ligeramente molesto - Es la verdad, además tú sabes que asi tiene que ser, eh. Lo siento, en verdad el tiempo se me ha acabado, me alegro de verte bien, enhorabuena, me debo retirar, adiós, hum, eh.....
- ¡Padre! es la palabra que nunca encuentras, hijo mío, padre...

No hay comentarios.: